Senda Histórica del Puerto de Ribadesella

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Datos básicos

Clasificación: Turismo activo

Clase: Rutas en Asturias

Tipo: Sendas

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Ribadesella

Parroquia: Ribadesella

Entidad: Ribadesella

Comarca: Comarca del Oriente de Asturias

Zona: Oriente de Asturias

Situación: Costa de Asturias

Código postal: 33560

Cómo llegar: Senda Histórica del Puerto de Ribadesella

Dirección digital: 8CMPFW6R+RX

 

Senda Histórica del Puerto de Ribadesella

Descripción:

Ubicación: Paseo de la Grúa (Ribadesella)

Autor: Antonio Mingote

Fecha de inauguración: 27 de enero de 2007

A lo largo de la historia, la desembocadura del río Sella ha constituido un refugio natural de embarcaciones, dando lugar a una arraigada tradición pesquera y portuaria que ha forjado el carácter marinero de Ribadesella en el devenir de los siglos.

Con el fin de mantener viva la memoria histórica del puerto, el Ayuntamiento de Ribadesella ha elaborado un proyecto en el que se reproducen mediante dibujos realizados en paneles de cerámica los hitos más importantes en la historia del puerto, desde la Prehistoria hasta comienzos del siglo XXI. Dichos paneles han sido instalados en el Paseo de la Grúa, uno de los principales paseos peatonales de la localidad, situado en la bocana del puerto, siendo inaugurados oficialmente el 27 de enero de 2007, tras una inversión total de 92.779 euros por parte del Fondo de Modernización de las Infraestructuras Turísticas.

Ese proyecto ha visto la luz gracias a la pluma del escritor local Antonio Silva Sastre, autor del guión histórico, y al pincel del genial dibujante y humorista Antonio Mingote, que ha sabido plasmar magistralmente en mosaicos la historia de este bello rincón de nuestra villa.

La accesibilidad de esta obra ha sido reconocida por el Real Patronato sobre Discapacidad a través del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales con el premio Reina Sofía 2006. Así mismo, esta obra ha sido galardonada por la Asociación de Parapléjicos y Grandes Discapacitados del Principado de Asturias con el premio ASPAYM en su categoría de Ocio y Turismo Accesible.

Los seis murales, diseñados por Mingote y reproducidos en cerámica por el gijonés Pachu Muñiz, tienen 5 metros de largo por 2 m de altura, están adosados a los antiguos y valiosos muros de piedra del Paseo de la Grúa y van provistos de rampas de acceso a unas tarimas que permiten una visión detenida de cada uno, completándose con un sistema para invidentes. También cuentan con dos tipos de locuciones, donde se explica el sentido de cada uno de ellos, que fueron grabadas por la periodista Mari Sol Álvarez del Valle, hermana de la abuela paterna de doña Leticia Ortiz, Princesa de Asturias.

Contenidos de cada mural

MURAL 1: LA PREHISTORIA

Bienvenidos a la Prehistoria. De este tiempo el legado más importante que posee Ribadesella es la cueva de Tito Bustillo, en la que habitó la comunidad humana que poblaba la desembocadura del Sella. La calidad de las pinturas y la riqueza de los hallazgos arqueológicos sitúan a esta cueva al mismo nivel artístico y científico que Altamira y Lascaux.

Podemos ver cómo un bañista se tira al mar y deja inaugurada la industria turística, ante la mirada atónita de sus contemporáneos. Debajo hay otra escena en la que varios cazadores y pescadores regresan de la faena cargados con sus capturas.

La escena central es un homenaje al nacimiento del piragüismo, el primer deporte en esta villa. El «precursor», remando sobre un tronco ahuecado, se está inventando el Descenso del Sella, la competición en río más importante del mundo. La estampa se completa con una escena en la que unos cazadores persiguen a un reno, una pieza de caza muy codiciada por los riosellanos del Paleolítico.

En la parte derecha hay una escena del interior de la cueva. En primer plano se representan las labores domésticas y al fondo las artísticas, con el pintor dibujando renos y caballos, animales totémicos de esta cultura. El espíritu mordaz de Mingote se adivina en la presencia de «el crítico», un personaje que observa el trabajo ajeno, pone cara de desaprobación y no da ni golpe.

El artista también ha pintado una ballena, señal de que ya conocían a estos cetáceos, cuya caza se generalizó en la Edad Media, como veremos en el siguiente mural.

MURAL 2: ROMA Y LA EDAD MEDIA

Es el momento de trasladarnos a la época romana y la Edad Media. A la izquierda se representa el puerto colonizado por la Roma imperial. La romanización no fue muy intensa aquí, aunque sí se han hallado restos romanos en El Forniellu, cerca de la villa.

En la parte inferior izquierda y la central ilustran la caza de la ballena, una actividad que se practicó intensamente en aguas de Ribadesella desde la Alta Edad Media. El vigía da la voz de alerta desde La Atalaya y moviliza a los balleneros, que abandonan su holganza para intentar cazar a los cetáceos, que pasaban por esta costa solamente dos veces al año, en primavera y otoño.

La imagen central de la caza, realizada desde tres lanchas, transmite con maestría sensaciones como el vaivén del agua, el cabeceo de las embarcaciones y la agitación de los marineros.

A la derecha del panel podemos ver al rey Alfonso X El Sabio entregando la Carta Puebla a los habitantes de Ribadesella, un acto con el que quedaba fundada la villa y municipio, a la vez que se le concedía a los nuevos súbditos la protección de la Corona y un fuero de derechos y deberes.

Esto ocurría en el año 1270 y desde entonces hasta hoy permanecen unidas las dos mitades del concejo riosellano, una a cada lado del río Sella, a pesar de las luchas nobiliarias del Renacimiento, la época en la que entraremos en el panel que viene a continuación.

MURAL 3: EL RENACIMIENTO

Y llegamos al Renacimiento. A la izquierda se representa el puerto salinero local, pues la villa obtuvo licencia de la Corona para importar barcos de sal, que era un producto básico para la industria de salazones de Ribadesella.

Debajo, un carretero transporta aceite de ballena, el combustible que se usaba en las lámparas antes del uso del petróleo.

Abajo en el centro, se representa a la industria ballenera de Ribadesella, pues en la misma playa de Santa Marina se radicaba antiguamente una importante factoría para el despiece de ballenas y la elaboración de derivados de la ballena como carne en salmuera, aceite de alumbrar o corsés de señora. También se ve a una dama ataviada con el tocado sobre la frente que usaban las riosellanas en el siglo XVI.

Podemos ver también al futuro emperador Carlos V durante su visita a Ribadesella en 1517, procedente de Flandes. Se le representa rodeado de los notables de la villa, que le recibieron durante dos días con música, folklore, desfiles y toros.

A la derecha, los arrieros guían a sus mulas hacia Castilla por los puertos de la cordillera. Llevaban los escabechados y las salazones de Ribadesella y traían harina de trigo, vino, aguardiente y tejidos de algodón, unos productos que escaseaban aquí.

Esa escasez de productos básicos fue una de las causas de que fracasara la invasión de los franceses, que ocuparon Ribadesella en 1810, tal como vais a descubrir en el siguiente panel.

MURAL 4: LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

Ribadesella fue invadida por el ejército francés en enero de 1810, al mando del general Bonet, y permaneció ocupada año y medio. Se abrió entonces el periodo de la Guerra de la Independencia y hubo dos Ayuntamientos en el concejo, uno afrancesado en la villa y otro español al otro lado del río Sella.

A la izquierda, se ve la batería de cañones de la ermita de Guía, que defendía la entrada del puerto. Los cañones fueron arrojados al mar por los franceses, aunque hoy vuelven a estar en su emplazamiento primitivo. La ermita aparece tal y como era antes, pero con una nave más que en la actualidad.

En el centro aparece Agustín Argüelles, el político liberal nacido en Ribadesella, interviniendo ante las autoridades británicas para pedir apoyo inglés a la sublevación de Asturias de 1808. Argüelles fue el diputado más notable de las Cortes de Cádiz de 1812, en las que se redactó la primera Constitución española.

A la derecha se ven dos soldados del Regimiento Ribadesella, que fue fundado en 1808 y era el mayor de Asturias. Vestían guerrera roja y no azul, ya que sus uniformes habían sido facilitados por los ingleses.

A la izquierda, unas damas recaban donativos para el hospital de San Roque. Se puede apreciar también a un grupo de vecinos comentando la actuación de los afrancesados; por aquel tiempo muchos vecinos se vieron obligados a emigrar para evitar represalias.

En los años siguientes del siglo XIX más riosellanos tuvieron que emigrar, aunque por otras causas, tal como se ilustra en el próximo mural.

MURAL 5: LA EMIGRACIÓN

Nos encontramos en el punto de partida de la emigración riosellana, el Paseo de La Grúa. En este lugar durante el siglo XIX los riosellanos despedían al bergantín Habana, un barco de vela que hacía la ruta Ribadesella-Cuba entre 1858 y 1875.

Los dueños y los marineros eran naturales de Ribadesella, por lo que la identificación del bergantín con el pueblo era muy grande. Los viajes generaron versos, habaneras y artículos literarios y su imagen se incorporó al escudo de Ribadesella, tal como se puede ver en este mismo panel.

Aquí se nos presenta una escena en la que una comitiva de familiares, curiosos y hasta un cronista acompañan la salida del velero, que va flanqueado por dos lanchas del Gremio de Mareantes, el sindicato de las gentes del mar. La noche anterior a la partida era tradición celebrar un baile en la ya desaparecida Alameda de Argüelles, en la Atalaya.

En este paseo de cantos rodados está la Fuentina, que antiguamente se utilizaba para aprovisionar a los barcos y después daría el nombre a La Fonte del Cay, una obra poética dedicada a Ribadesella.

La emigración a América fue un recurso muy extendido en la sociedad europea del siglo XIX y muchos riosellanos se vieron empujados a cruzar el charco. Muchos consiguieron salir adelante y unos pocos alcanzaron allá gran prestigio intelectual, como fue el caso de Manuel Fernández Juncos, escritor y político en Puerto Rico.

A la izquierda, se puede ver el viejo puente de madera del siglo XIX, que fue sustituido por uno de hierro en la época de la modernidad, que viene de la mano del sexto y siguiente panel.

MURAL 6: LA MODERNIDAD

La ironía de Mingote se pasea ahora a lo largo del siglo XX. A la izquierda, el artista recrea el puente de hierro que sustituyó al de madera en 1898 y que fue destruido durante la guerra civil. El puente tenía 302 metros y fue el puente metálico más largo de la península. El diseño era de Eugenio Ribera, uno de los mejores ingenieros de la época.

Debajo, unos bañistas a la antigua usanza se introducen en las aguas de la playa de Santa Marina, uno de los lugares del norte de España donde nació el fenómeno turístico a finales del siglo XIX.

Al lado, la Ribadesella industrial. Los barcos esperan turno para cargar carbón y llevarlo al extranjero, donde escaseaban los combustibles durante la Primera Gran Guerra.

En la parte central se recrea el primer Descenso del Sella, que nació en 1931 como una excursión de Dionisio de la Huerta y que hoy se ha consolidado como una de las competiciones piragüísticas más importantes a nivel mundial. Junto a lo deportivo se celebra una enorme celebración popular declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. Entre los espectadores hay uno que lee La Atalaya, el periódico que se editó aquí en los años veinte y en el que escribió Guillermo González, escritor costumbrista y autor de las Estampas Riosellanas.

A la derecha, los Príncipes de Asturias abren el siglo XXI en Ribadesella, un lugar especialmente querido para ellos. Antonio Mingote, con ingenio, traslada el protagonismo a la asturiana Doña Letizia, que recorre el paseo de su nombre sosteniendo la bandera de Ribadesella, azul y blanca, como el color del agua y de la espuma del Cantábrico.

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